domingo, 2 de septiembre de 2007

El ser insaciable.




Cuando llegué a conocer realmente a mi chica, se destapó ante mí una auténtica caja de pandora.Seguro.Ella era la chica más despreocupada y natural que había conocido; sin contar que era sincera, directa, muy energética y con una voluntad férrea casi a prueba de todo.


Este destape fué cuando supe qué era lo que motivaba ese movimiento casi ciclónico: una necesidad a flor de piel por aprender-aprender-aprender siempre.

Un auténtico reactor nuclear en las entrañas.

Una búsqueda constante.

Una vocación tiburónica de no quedarse quieta nunca e ir más allá.


Después de casi 7 años que empezó esta historia, eso de estar casados ha resultado un proceso de intercambio total: desde fluídos y chascarrillos hasta las ideas y pensamientos batipelágicos más inconfesables que nos constituyen como personas. "La contaminación" hemos dado en llamarle.


¿Cuál ha sido el resultado?además de la fusión de nuestros genes y nuestra maravillosísima colaboración a la conservación de nuestra especie; ahora podríamos llamarnos Lilio y Alberta dada la integración en muchos ámbitos de nuestras personalidades.

Y realmente lo agradezco porque creo que el ganón he sido yo.


El monstruo que vive dentro de ella, ese que desea saberlo todo, que le gustaría encontrar una explicación para todo fenómeno, problema, circunstancia, teoría, plateamiento... 'todo' pues;ha encarnado en mí.


Con sus asegunes, he de decirlo.

Mi mostro según yo, está entrenado como esos canes que atienden órdenes en inglés:"sit", "firulais, heel", "down Firulais, down" "stay" eso.

'La racionalización masculina' que le llaman.


En este momento palmolive que vivo actualmente, a los 33, en que la suerte me sonríe como estúpida todo el tiempo, que me siento como en la segunda infancia, reflexiono otra vez y me pregunto:¿será cierto que "no hay día que te vayas a la cama sin haber aprendido algo nuevo"?


Este es un experimento que me ayudará a reafirmar o desmentir este dicho.

¿será que me cansaré de aprender? o ¿podrá más la hueva-tara psicológica de "escribir algo pal blog" todos los días? Pues lo que resulte primero.


En un año a partir de hoy abriré la puerta, y dejaré una vez más que cualquier ocioso pueda ver evidencia forense de mis más insondables entrañas, además de ponerme en la pared de los fletados y evidenciar el poco uso que le doy a la máquina de procesamiento más perfecta conocida hasta hoy, o ai nomás en qué chingaderas se puede perder el tiempo 'mientras hay gente que no tiene ni pa tragar'.


Vale.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Wow.

Me toca presumir de haber sido (y ser) testigo (asombrado y gozoso) de parte de esta historia.

Sólo puedo decir que ha sido un privilegio, y que, como dirían ciertos profesionales, "Doy Fe" de los efectos mutuamente benéficos, así como del beneficio general en pro de la humanidad, es decir, de quienes convivimos con este "ente familiar" y entrañable tan bien descrito por mi estimado Herr Professor.

Saludos.

el7palabras dijo...

Hm.
La vergüenza si me avuergüenza querido Ivanius.

Creo que es hora de que usté derrame o embarre las tripas en algo más personal o sentido -como aquello del pie izquierdo- e beneficio de la comunidá... digo, pa ponernos igual ¿no?
ea.