lunes, 10 de septiembre de 2007

Lo más gacho.


Enmedio de una sesudísima plática de sobremesa en domingo de repente me quedo pasmado. Dejo la respuesta a la mitad, mientras siento cómo un rayo ilumina mi mente.
"¡Heeey... ¿qué onda con este güeeey? se quedó como petrificado!"

Neta.
Petrificado.

Alguien o algo responde dentro de mí a ESA gran pregunta:
¿Qué es lo más gacho?

¿Soñarte encuerado?
¿que la leche saborizada que pruebas está cortada?
¿quedarte afuera de un antro porque tu compañía o -PEOR- tú mismo "no encajan" con el "ambiente mamón" de adentro?
¿los domingos en la tarde antes de lo que se vaticina como un lunes horrible?


No.

Regresar de vacaciones.
Es un tormento chino. Una muerte lenta por envenenamiento.
Una mierda pinchada en un palo.

Que hay de vacaciones a vacaciones, si.
Puede pasar que tus "vacaciones" sean pegado al celular, o echando viajes "nomás un ratito" a la oficina porque "tienes que ver un asuntillo" o bien jodido, tu vacancia queda reducida a estar en la oficina vestido "espor" y entrar a las 10 y salir a las 4.

Pero cuando logras soltar las amarras y olvidarte como dios manda de TODO; ay güey. Esas SI son vacaciones.
Tu mente está concentrada en el qué sigue; a dónde vamos a ir hoy, qué vamos a hacer, ¿qué comeremos?, ¿me echaré otro sueñito?, ¿iremos al museo hoy?

Ahhh... los pimeros días
ni se sienten pasar.
Si estás de viaje, el cansancio el lo único que lamentas. Dolor de pies. quemaduras en la cara y cuerpo; pero eso sí, bien cargado de nuevas experiencias.
Si es en la casa, ese primer día duermes como bendito en las noches y hasta despiertas temprano al otro día. Las ideas fluyen, los proyectos salen de la madriguera.
Arreglaré esto, pintaré aquello, vamos acá, vamos allá, compremos esto...etc.

Y así felizmente se suceden unos a otros.
Hasta ese día.
El día antes de regresar.

Es como pararse al borde del precipicio. Los "pendientes" te asaltan, todo lo que hay que hacer empieza a tomar su lugar en la cola de trabajo. Arranca la máquina multitasking y... oficialmente se acabó.


Gueim ouber.
¿y la cruda?

A mí me pasa que alucino con las vacaciones y los lugares, situaciones o cosas que hice en los últimos días al menos una semana.
Volteo y creo ver otra vez el camión que te lleva a las momias de guanajuato en el cerro; o la tienda de ropa que escarvé hasta el cansancio en esa playa, o el mirador de ese edificio tan alto, o esa fila del ferry a la isla de la alegría.

¿Cómo curarla? es algo así como las playeras naquísimas de la ranita pedísima recargada en un poste:
"evita la depre pos-viaje.
Piensa en el siguiente."


A huevo.
Es una receta que me dió el castor viajero y espero que si funcione.
Mañana que regreso, espero que esas imágnes de mi y mis chicas siendo felices pueda proyectarlas a un futuro cercano y ser capaz de materializarlas en un viaje más que genere otro y otro y otro y otro...

mmm

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Para mí hay otro remedio parcial -o paliativo- para esa nostalgia macabra, ese vértigo existencial que es el fin de las vacaciones.

La crónica. Sí, esa plática gozosa, que puede ser por teléfono, o a golpe de cuartilla (electrónica o en papel). En el teléfono, del estilo:
-¿Qué crés, chavo? En Nueva Orleáns hay unas obleas de chocolate que no tienen familia... y en Chicago, estuve allí en el Museo Van Gogh frente a tu cuadro favorito.
Luego, con una sonrisa, escuchar cómo la envidia crepta a través de la línea...
La crónica por escrito permite contarlo de nuevo y releerlo, o compartirlo así, como lanzado al ciberespacio, para que a ver quién lo lee. Y si nadie, no importa; y si alguien, también. Al fin, lo bailado nadie me lo quita. Ese (el goce de leerescribir) es uno de mis favoritos.
Pero hay otro a la par: convocar a los amigos, a los seres queridos, al calor de un brebaje predilecto o una vianda común, y dejar fluir las palabras y los asombros, para cruzarlos con el aderezo de las anécdotas, con el condimento de los comentarios. Con la envidia que entonces se palpa, pero que se disipa en las historias compartidas...
Luego -entonces sí- la pregunta inevitable: Y el próximo viaje, ¿a dónde y cuándo?

Won-Tolla dijo...

Es como la versión para adultos de la cruda dominico-vespertina, cuando empiezas a pensar en lo que te espera el lunes por la mañana en la oficina.

Saludos

el7palabras dijo...

"Somo animales de ciclos"
alguien dijo en una sobremesa el otro día.

De los ciclos más apestosos y viciosos es la semana.
¿Cómo es posible que en tan poco tiempo se puedan tener emociones encontradas? euforia (viernes) y ansiedad (domingo en la tarde)

y tan seguido...
Bueno, eso pasa cuando tienes tiempo de pensar, porque si estás fundido en trabajo, no ves pasar mas que las estaciones; el zoom se aleja.