lunes, 16 de julio de 2007

La primera vez.





¿Te acuerdas de tu primer beso? ¿de la primera vez que viste el mar? ¿de la vez que conociste la cara de tu mejor amigo?



Esto no es el refuerzo de la asquerosa campaña -esa en espectaculares que he visto en el periférico- del puré de tomate del fuerte. No.



Esto responde a un momentillo, un instante que acabo de experimentar. "Una epifanía" diría el Pika. ¡Ah para instante!



Está en la lumbre el primer pastel que hago en mi vida.



¿Y eso qué? no mucho en realidad.


Es solo que mientras veo cómo se cuece, reflexiono sobre cuántas oportunidades de experimentar una primera vez en la vida tenemos. Miles quizás.



Pero ¿cuántas veces pensamos en ello? Es más, muchas de esas primeras veces quisiéramos borrarlas del contador, porque podrían interpretarse como una tara o un retraso o simplemente ser un auténtico luser sin cultura... "Ay no mames que nunca has comido el cous cous" "...porque sí has visto los fuegos pirotécnicos que explotan en el agua ¿no?. ¿No? Uuuuy, son padríiiisimos" "¿has comido el carambolo?" etc.



Una a una se van esas primeras veces. Se añaden a "nuestra experiencia", se anotan en el currículo de vida y ahí van quedando; unas sirven y las recordamos sin evocarlas explícitamente, nomás de forma utilitaria. Y las otras, sólo se almacenan.


Es así que la mentadísima frase viene a colación: "esque las personas hemos perdido la capacidad de asombro"


Yo digo que no es que se haya perdido, lo que creo es que se han movido lejísimos las fronteras. Las cosas que nos asombran de veras, la mayoría de las veces son puras mamarrachadas reflejo del "lobby" gabacho:



Aparatos minúsculos que lo hacen todo -"y se conecta a internet ¿eh güey?"-


Cuatro mil rolas y hartas pelis en la bolsa del pantalón.


Discos duros medidos en PetaBytes.


Autos super cargados que alcanzan los 600 Km/h.


Fortunas incuantificables.


Hamburguesas con medio kilo de carne.


Pantallas de 64 pulgadas -"y es ful hache de cabrón..."-



Todo a lo bestia.





Hace un rato mi hija metía los dedos en la masa del pastel. Sentía los pedazos de pan, la leche, la mantequilla, el huevo.


"Está mojaaado... está fríio... guuuau"


No sé si ella ya había visto cómo hacían un pastel, pero si sé que fue la primera vez que ella hacía uno.


Coincidimos. Y fue mágico.

viernes, 13 de julio de 2007

El estiracosaurio.




Me levanté en la madrugada.Adormilado, malhumorado.

-"No quiero ir"
La madre gruñe como respuesta. Si íbamos es porque sería divertido.

Corte.

Camión de pasajeros después de haber salido del metro Taxqueña.

Corte.

Sentado en el cuarto asiento de la fila derecha de un camión chimeco, de esos con asientos de
viny-piel café sucia, muy sucia, veo que sube un hombre apresurado a la cabina. Levanta la pierna izquierda y no tan ágilmente se sienta frente al volante con papel paspartú y brillitos del
mentado chimeco.

Saca la llave que trae en la mano y con un rápido movimiento, la ensarta, la gira y "vvRrraaan"
el camión arranca.
-"Mami... ¿con qué se prende un camión?"
- ...
- ...
- "Con dinero. Pues ¿qué no lo viste?"

Corte.

Galerón de lámina en medio de un terregal. El viento sopla. Corremos a guarecernos. Fila interminable.

Corte.

"Bieeeenvenidoooos al show más divertido de la televisión..."

El número de mi boleto se moja. Ya no podré concursar. ¡Mi boleto! ¡que alguien me ayude!

- "Mamáaaaaa..."
- "Acabas de perder tu oportunidad, ya no vas a concursar"

Lloro desconsoladamente.¿Porqué vine? ¡yo ni quería venir!
Llanto.
Amargura.
El fin del mundo.

Bozo se acerca. Una chica con sonrisa fingida también. Me dicen mil cosas para consolarme. No paro de llorar.

Chale. No hay nada más molesto que llorar.
Aprieto mi número a la mano. No salí en la tómbola.
No puedo decir si lloré dos horas seguidas o solo fue una pateleta.

Corte.

Las luces encima de mi.
Cegándome. Acalorándome. Toda la atención en mí. Siento como si es lo que hubiera querido desde el principio... "pero no tanto"
Me recompongo y me tranquilizo. Me doy ánimos solo.

- "Amiguito, ahora por el gran premio, dinos por favor, cuál es el animal que es dos veces
animal. Corre tiempo."

Gritería, a lo lejos me manoteban extraños, una señora hacía bocina con las manos.
No veía a mi mamá.

- "Repito la pregunta: ¿cuál es el animal que es dos veces animal?"

En mi cabeza maquino: "éste señor de qué está hablando?. Ah. Animal. Mmmmh. Animal."
- "El estiracosaurio".
- "¿CÓMO?"
- "El estiracosaurio".

Silencio del monigote.Gritos en las tribunas. Silbidos. Una diana.

- "¡Bien!, muy bien contestaadooooooo. Te has llevado el premio"
Me arrastran fuera del escenario.
Fefi me abraza y me entregan a mi mamá.
De ahí la excitación.

Fefi trae un micro-vestido tipo tirolés que le deja al descubierto sus maravillosas piernas gorditas.
Guau. Qué sensación tan rara esta.
De ahí recuerdo que se me perdía de vista de repente.
Angustia.

- "Fefiiiii... Fefiiiiii"

Y la mentada chamaca haciéndose del rogar. La madre piensa que no fue tan buena idea traernos.

- "Juega con tu regalo, guarda silencio y déjanos ver el programa".

Siento como taquicardia. No quiero otra cosa que ver a Fefi.

Corte.

El mismo terregal al ocaso. Estamos a punto de subir al chimeco de regreso.
Bozo se me acerca y me hace el truco espantoso que hacía con el pito que traía en la boca. Hace sonar mi nariz como una bocina. Por supuesto casi muero de miedo. Me Sentí desfallecer.

- "Deja a mi hermanito payaso cochino o te voy a..."
- "¡Jesús!... ¡Jesús!... perdónelo por favor".
- "Joy jOy joY, no hay problema señora"

Intenta tocarle la nariz como a mí y el Pika le tira un madrazo.

- "Joy jOy joY...."
y desaparece el payaso.

Y entonces aparece Fefi. Se me acerca, se despide y uffff.
Me da un beso.
Siento algo raro en la entrepierna. Rarísimo.
Nos subimos al camión.

Corte.

Blackout hasta las tías queriendo saber de la aventura. Repetí todo como mil veces y hasta me cansé de oir la versión del padre; que él lo había visto por la tele.
Blackout hasta hoy.


No es ninguna escena de película independiente. No.
Es un extracto auténtico de mi vida.
De esos recuerdos que se quedan pegados en la memoria "para siempre". De esas cosas que alguna vez me hicieron sentir vergüenza retroactiva, que en alguna entrevista de trabajo o asunto importante, asomaban por el rabillo de mi ojo derecho mostrando mi lado más flaco y vulnerable.
"¡Ah que muchacho tan cagado. ¿Y de donde habrá sacado la idea del estiracosaurio" o "uuuu ¡qué imaginación chingao! ¡quién fuera niño de nuevo!"
Tenía yo cuatro años y era fan de los dinosaurios. No podría decir si esto del estiracosaurio lo inventé, lo soñé, o muy probablemente mi papá me leyó la ficha técnica de una de las estampitas del álbum de dinosaurios del Burger Boy. No lo sé porque él tampoco se acuerda.
Obviamente a todos los que les cuento este pasaje, se mueren de risa al escucharlo. El nombre pareciera uno de los más ridículos e inventados hasta la fecha, sólo salido de la imaginación de un chamaco de kinder.
Pero la zozobra ha terminado.

Hoy mi hija tiene 3 años. Y está en lo de los dinosaurios.
Esta tarde su mamá estuvo buscando imágenes del espinosaurio para saber cómo era y poder modelarlo en plastilina con alguna idea de su apariencia.
Y, como siempre pasan las cosas que marcan la existencia, en un momento en que todo era calma y tal como si estuviéramos encerrados en una campana de aire a 500m bajo el nivel del mar, entre toda la quietud posible y luz mágica, Lis econtró al estiracosaurio.

- "¡¡miraaaaaaa!!... ¡si existe! ¡el estiracosaurio existe"

La primera reacción, obvio, es no creer.

- "Naaa. No es cierto".
- "Te lo juro. Velo por tí mimso".
- "No puede ser. No creo".
- "¿A poco crees que la UNAM se va a equivocar?"
- "... No. No creo".

http://www.revista.unam.mx/vol.2/num4/sabias1/tipos.html

Hoy creo que mi vida ha cambiado.Tal vez me acerque a la iluminación. Tal vez esté llamado a ser el próximo Gothama, o de perdis el Govinda.

O tal vez tan solo se haya despejado una GRAN duda en mi vida:
El estiracosaurio SI EXISTE.

lunes, 9 de julio de 2007

Desde la referencia.






¿Cuántos días ha que aventé todo de lado?
Desidia.
Ataduras dizque laborales.
Días interminables enfrente del teclado.
Frilanses dentro del frilans.


Pareciera que la musa me ha abandonado.





Mentira. Sigue ahí, pero ahora me doy cuenta que esto de expresarse es como ordeñar una vaca. Existe la suerte de pricipiante. Llegas y ordeñas sin mucho esfuerzo ni técnica. Además, sin tanto estrujar la ubre las cosas salían y salían, gran chorro verborréico y creativo. Las ideas, más rápidas que el mismo pensamiento algunas veces -ea, qué pedo- no dejaban de brotar.


Sensación petrolera a principio de los 70, pero en el tema idiótico.


"Esta lucha ya la gané" pienso a ratos. "Ya por fin metí el orden, o bueno, al menos puedo controlar mis ímpetus creativos, y despertarlos on demand..."


¡Ah chinche mercenario de las ideas, pixel pusher "con experiencia", creativo sr. de lengua floja! ¡Qué poco sabes tú de libertad!


Una cosa es despertar "on demand" al mostro. Saber qué decir en presencia de cada cliente. Posturas, dengues, favores con los ojos, twitches, ticks, palabrejas como "valor", "equilibrio", "no te preocupes", "ya entiendo", "perfecto". A huevo.


Acción-reacción pura.
La zanahoria está ahí puesta. En este momento dorado de mi vida es cuando menos trabajo me cuesta obtenerla. Casi como brincar con garrocha los 3.10 m.


Y ¿qué cuando estoy aquí solo? Dizque encuerado de toda pretensión y facha.
¿Qué cuando puedo ser creativo a placer?



Pos eso. Meses sin siquiera una línea. Hueva galopante. Desidia. Pretextos.
Proyectos abortados que se me vuelven granos en la cara. Y me lleno de vergüenza.



"Pero la vergüenza es buena" atájome yo.
¿Qué habría sin la capacidad de reflexionar? De replantear.
De intentarlo de nuevo.


Seríamos todos como el pinche perro que vive en mi casa, que comete faltas directamente proporcionales a la intensidad de las tundas que le aplico. Lo malo es que cada vez son mayores; los destrozos y las madrizas. Chale.



Como canicida en ciernes y novato bautizado, regreso a ese asunto...
Sepa dios si lo que sigue es la carta de declaración de mi auto-burocrtización o un post leíble o digerible.


Eso sí, lo tomaré con calma.
Mejor no.