viernes, 23 de marzo de 2007

¿Y luego qué?


Escribir una carta sentida, o lo que sería lo mismo en inglés "spill your guts out" es uno de los actos más personales que hay.

Vincent Van Gogh, genio póstumo encerrado en una carcaza disfuncional, escribió más de mil cartas a familiares y amigos.

Pablo Picasso, dios de la creación artística y ejemplo a seguir -bueno, al menos en el plano creativo, porque de mostro y discapacitado emocional tenía todo- escribió ora de puño y letra, ora en máquina checoslovaca de escribir, a los figurones de su tiempo y en sus épocas mozas a sus cuates las incidencias de la vida parisina.

La cosa es, la gente atesoraba legajos completos atados con cintas de colores que cambiaban dependiendo de la naturaleza de las epístolas:

Rojo pasión para el ultra soft porn de las miradas caídas y los cambios de luces en los jardines de los pueblos.
Azul para ese amor imposible que vivía la mayoría de las veces ai nomás al cruzar la calle.
Amarillo para las amistades.
Y blanco para aquellas amistades sempiternas... ¡ay!

Y a lo que iba:
Hoy cuando uno se posiciona -porque ya lo de "sentarse a" es un decir- enfrente de la computadora, del teclado 1234567890 de un móvil, del mini-qwerty de los telefonos "abusados" a embarrar las entrañas en un escrito no sabe a ciencia cierta qué va a pasar con él.

¿No?

¡Claro que si!
Es tan incierto como los sacos de correo de la Nao de la China o los cofres labrados en el rincón de un ático o desván.

Quedamos a merced del silicio y la plata micro-laminada y de remate en manos de uno u otro gigante hambriento.

MSN, Yahoo!, Google, AOL...

¿Has pensado lo que le va a pasar a todos esos escritos con pasión, con furia, con esperanza, con tanto sentimiento, con solamente un "qué haces güey" todas esas entrañas disecadas?...

¿Cuáles serán los legajos y listones de este tiempo?
¿Y los áticos? ¿y los desvanes?

Datacenters maifren.

Chale. ¿Y si hoy me vuelvo teporocho o vagabundo y nadie pero nadie se sabe el pasguor? Es más, ni yo.

¿Podrá mi hija leer esos pedazos de mi alma?
¿Algún descendiente podrá "desempolvarlos" y con la misma certeza que un cofre de cartas?

¡Qué preocupación!
Desde hoy, mi proyecto de la vida sin papeles queda en el olvido.

La "modernidá" me ha puesto otro grillete.

Mejor, antes de oprimir "enviar" le voy a picar en "imprimir" y me voy a construir un ático y conseguir un cofre baratón en guolmar.